miércoles, 13 de marzo de 2013

Fuiste...


Fuiste grande un día, pero te hundieron,
te golpearon, te mintieron,
fuiste grande una vez, fuiste una guerrera
de lunas más lejanas que el sol.

Fuiste una muralla, fuiste un talismán en la arena,
fuiste más fuerte que las piedras, fuiste muchas cosas
y a la vez eterna...

Fuiste perfecta e imperfecta, pero te olvidaron,
te persiguieron y te enterraron,
arañabas la tierra y gritabas muy alto, a veces no te escuchaban
pero tu voz resonaba en las tinieblas, en las cataratas, en las más
oscuras noches, en las grutas más sepultadas y en los desiertos más
abiertos, tu voz se escuchaba como un lamento,
y aunque cada día era más suave y se perdía entre el viento,
nunca dejaba de sonar y de sonar, pues la fuerza de tu alma
era más fuerte que el mar...

Un día quisiste levantarte, un día quisiste despertar de aquel sueño
de soledad y de hundimientos,
quisiste levantarte de nuevo pero sentías el peso de los días
sobre tu pecho, sentías el odio de todos aquellos que nunca
te conocieron y sin embargo te maldicieron,
sentiste el dolor en tus entrañas, más abajo del costado
sentías los gritos, los golpes, sentías la rabia,
ya no sabías que nombre ponerle, ya no sabías si era la rabia de los
sin nombre o era tu propia rabia.

No quisiste moverte y te quedaste durmiendo,
buscando en tus sueños la paz que no encontrabas en
tu vida;
siempre habías pensado que la vida era sueño y que los sueños, sueños son,
y entre pensamiento y pensamiento, entre lagrima y lagrima te fuiste consumiendo,
el vaso fuerte se fue rompiendo, el agua se fue saliendo y tu corazón enfermo se fue muriendo.

Nadie sabe si fue de pena o de miedo, pero tu voz sigue resonando
en todas las canciones, en todos los recovecos, en el mar y sobretodo en el tiempo...

Irene

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