lunes, 15 de diciembre de 2014

A mi abuela Manuela...

Todavía puedo verte, amaneciendo con tu delantal marrón,
todavía puedo oler tu comida recién hecha,
tu sonrisa como la de un niño, tu pelo blanco oscurecido como el metal,
tus canciones, tu risa estremeciendo las calles de aquel pueblo,
tu rabia, tú...

Abuela querida todavía puedo recordarte,
tu cariño único y tu fuerza celestial, tus ganas
de pelear, de sumergirte en mi corazón cada vez que
alguien me hacía daño,
tu amor incondicional como siempre, mi guarida...
tus besos, tus palabras...

Abuela aún puedo ver tu rostro mirándome,
las arrugas de tu cara aún puedo sentirlas en las yemas de mis dedos,
Aún puedo ver tus pasos que cojean en la plaza del pueblo,
Aún puedo escuchar tus gritos llamándome desde la calle del coso,
"Irenica no tardes ya esta hecha la comida"...

Tú, persiguiéndome por las calles para que no me perdiera,
Tú, esperándome cada verano a que volviera,
para que hicieramos juntas ganchillo y rezaramos el padre nuestro
al ladito de la cama.
Tú, arropandome en la noche fría de Camarena,
Tú aguantando mi miedo y mi dolor de niña,
tú siendo mi salvavidas, mi guía...


Irene