jueves, 23 de febrero de 2017

Delgada línea

Que delgada línea me separa del abismo, cuando dejo correr la emoción,
me desahogo en tu piel y araño los segundos,
no hay nada que nos separe y sin embargo la nada nos aguarda,
si en una carcajada pudiera concentrar el impulso,
sólo dejo caer las gotas de sudor, el tiempo en el reloj.

Soy parte de ti pero me alejo cuando puedo, dejo mis pensamientos atrás,
te venero y te desprecio, me cuelgo de ti para no caer y es tan incierto el peligro,
las horas se caen y giran sin rumbo fijo, me pierdo en tu cuerpo...
y el vértigo vuelve a sostenerme cerca del precipicio, me dispongo a caer,
y resbalo en tu boca, me lleno de tu sexo, me hace enloquecer, y el gemido
más huidizo vuelve otra vez, pierdo el mundo de vista, pero al volver es todo más cruel.

El amor puede ser un veneno, un atuendo, un trozo de papel,
el amor es más que tú y yo, es más que nuestros cuerpos,
y vuelvo de nuevo a caer en las cornisas de tu lengua,
en las mariposas de tu pecho, vuelvo a deslizarme sobre tus huesos,
me arrinconan tus prisas, me enciende tu canción, tu perfume,
tu torso de otro planeta, quizá la estupidez humana me colocó de aprendiz
de la cordura y no llegó a tiempo.

Me haces volar y me haces retroceder, en el tiempo, en el camino que ahora parece
rocoso y lleno de curvas, doy mil vueltas y más por ti y por este mundo
que se parece a las piedras y a las estrellas, este mundo erosionado se parece a nosotros,
y a esta parábola inconformista que se cuela por mis manos hasta llegar a mis letras.

No me pareces tan interesante como al principio o quizás si, opino lo mismo,
no soy una pieza de ajedrez, no me divido ni se arreglar este rompecabezas,
pero sí me rompo de vez en cuando, sólo puedo ser yo en este mundo de perdidos,
no puedes alcanzarme si yo no quiero acercarme.

Irina