Corazón de aguja, torpeza inhabilitada, corazón
crepuscular, siempre lleno de avaricia, corazón, corazón de aguja, corazón que
serpentea por minúsculas montañas,
Corazón que intenta, que pelea, corazón que
lucha, cuando ya nada queda,
Corazón, simplemente corazón.
Siempre viviendo a través de él, siempre
eligiendo a través de él, a veces incluso luchando contra él, corazón que
alimenta cada sentimiento, sentimiento que obstaculiza, sentimiento que atrapa
y sale de mi alma.
¿Es mi corazón un océano de dudas, o es mi mente
la que duda cuando mi corazón aprieta?
Cuando ese músculo golpea, atraviesa, cuando ese
músculo bombea y bombea y no me deja ver lo que siento…
Es mi mente la que paraliza cada momento en el
que quiero conseguir mis sueños…
Mi mente siempre proclamándose en mi oído, mi
corazón susurra, mi mente grita.
Soy yo la prisionera de esa mentira, esa mente
que se interpone, más allá de los conductos incisivos de mi corazón sangrante,
más que cada cicatriz y cada miedo, cada punzón, cada aguja, porque mi corazón
es de aguja.
A veces lo siento pequeño, ínfimo, insignificante,
como una gota de lluvia; pero luego va creciendo y creciendo y se hace enorme,
más grande que el firmamento…
Dentro de mi garganta puedo ver el universo,
cuando la abro bien fuerte, de frente en el espejo y me veo a mi misma, lo que
soy y no tengo miedo de mirarme a los ojos sinceramente; como un pájaro que
vuela sobre el aire y sabe hacerlo, así me siento cuando creo que puedo.
Otras veces me pierdo y creo que no puedo, todo es
culpa del miedo, y solamente soy yo la que detiene el momento, la que no deja
que la energía fluya.
¿Y qué más da? Nada tiene sentido, ¿todo es
casualidad o todo está hecho a medida?
Quizás estemos hechos a medida, seamos
partículas, lluvia de estrellas, océanos, átomos, libélulas que sobrevuelan un
aire inconsciente, somos lo que queramos ser.
Somos zombies con los ojos vendados, pero
podemos ser conscientes, divinidades con alas de gigante.
Irene.